María Xesús Díaz
No sé contestar cuando, como o porqué surgió en mi vida tal complicidad con la pintura, pienso que lo sentí así desde que pude expresarme. Disfrutaba haciéndolo, aunque a veces también me contrariaba. La creación emergía tanto despierta como dormida, y aún me sigue pasando a día de hoy.
Pintar, y crear, no es siempre de la manera que pretendes, casi nunca diría yo…lo que imaginas, la idea origen es solamente eso, una idea. A lo largo de todos estos años, la complicidad con la pintura siempre está ahí, entre lo real y lo imaginario, lo que tiene sentido y el disparate, un “ser o no ser” constante pendulando sobre mi cabeza.
Sin duda, la búsqueda del equilibro me hace evolucionar y alimenta mi trayectoria. Grandes y pequeños espacios, donde la mancha es una propuesta en un escenario que reconocido como paisaje, deja volar la imaginación a lo que cada uno quiera entender.
En todo camino de evolución dejamos vías, unas las cerramos y otras quedan latentes. En mi caso, mantengo esos escenarios concretos, pero sin saber nunca donde localizarlos. Mi reto siempre es transmitir emociones y sensaciones de expectativa, para que el ojo contemplativo recorra de parte a parte la obra, para quien quiera, mirar, ver, analizar, sentir y verbalizar.