Mathilde Arthaud

Antes de empezar con la pintura quería ser escritora. Me encantaban los relatos cortos y sobre todo la poesía, el saber y poder expresar algo con pocas palabras para dar espacio a la imaginación del lector dejando de lado la subjetividad del artista.

La pintura y las artes plásticas tienen esto en común con la poesía, dejan al artista en un segundo plano y el observador es a la vez creador. A través de su mirada la obra cuenta una historia singular y particular.

Pienso que, a través de los colores, las formas, las texturas, la pintura tiene su propio alfabeto y utiliza un lenguaje sublime, muy universal y a la vez totalmente personal. Es esta aparente contradicción la que me fascina y me anima a seguir pintando y experimentado.

Juego mucho con las figuras asimétricas, los bordes imperfectos, las líneas sinuosas, intento crear así un caos ordenado dónde el observador pueda sentir la energía de la pintura y perderse en ella. Quiero que mis obras provoquen emociones.

Mis cuadros son una invitación a viajar, recordar, soñar, imaginar y sobretodo sentir.

Sus obras: