Roberto Canduela

Como muchos eventos importantes en la vida en mi decisión de hacer escultura tuvo importancia lo fortuito, o lo que creemos que lo es, cuando algo se nos revela a través de ciertas pistas e intuiciones que se terminan materializando.

En mi caso se juntaron dos eventos aparentemente inconexos, por un lado una revista de decoración de los años 90 en la que puede ver unos extraños cabeceros de cama que, sin darme cuenta, se quedaron grabados en mi subconsciente. Por otro lado un catálogo de la exposición de escultura que Martí Chirino realizó en el Museo Reina Sofía de Madrid en los años 90, encontrado de forma accidental en la zona de matrículas académicas de la Universidad Carlos III de Madrid.

El nexo de unión entre la revista de decoración y el catálogo es, como no, el escultor español Martín Chirino. Aún recuerdo la emoción cuando abrí el catálogo y encontré esas esculturas que en la revista de decoración habían usado como cabeceros de cama y que tanto me habían impresionado, la serie a la que pertenecían era “aeróvoros”.

Me marche de la tienda de la Universidad Carlos III, en la que prácticamente solo vendían material universitario de las carreras allí impartidas, dejando el catálogo sobre la repisa. Pero permaneció en mi cabeza durante días, hasta que le pedí a un amigo que vivía cerca de la universidad me lo comprara, cosa que hizo amablemente… el resto ha sido trabajo y hierro.

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